viernes, 20 de agosto de 2010

BOTELLITA DE JEREZ en el Imperial

Si bien puedo pensar en echarle la culpa a una cuestión hormonal, de esas que cada 28 días me recuerdan que aunque esta cerca, todavía no cae la menopausia; si podría ser eso, me doy cuenta pensando: “¡chale, ya baile con la mas fea”, cuando se me aguadan las pupilas no mas porque un cuate no me contesta un mensaje (HÁGAME USTED EL FAVOR!), o porque vuelvo a “nostalgiar” pensando en que debi arriesgarme cuando pude, huyendo con el cabron que me hacia agua la boca –la de arriba y la de abajo-, o sencillamente porque me aferro a lanzarme a la tocada de un grupo que inevitablemente simboliza mis creencias mas primates:

Llegar al bar el Imperial es muy fácil, justo en la curvita donde empieza Álvaro Obregón. Afuera una pequeña marquensina anunciando: “Botellita de Jerez”.

Mientras fumo veo al respetable –publico-, haciendo fila para entrar, y no puedo evitar pensar en el Rockotitlan de los ochentas; fingiéndome dueña de mi situación apago mi cigarro, alcanzo a mi querido compañero de los últimos años – el mejor ex marido que tengo, este ahora compa de proyectos y sobre todo compa de solidaridad cuando mas jodida he estado, que de hecho ha sido en los últimos dos años-.

Como él se fue ganando el terreno, llega derechito porque va a hacerles una entrevista a los botellos.

¿Y yo?, pues supongo que para ser buenita conmigo misma me digo: “yo soy el adorno”.
Pero no digo nada, en realidad, me estoy trincando una lucha silenciosa sin limites entre mi yo y mi alter yo.

“Pasa él con una acompañante” gritan en la segunda puerta. Yo pienso “¡¿acompaaaaaante?!”.
Lo que sigue es mejor: “A ver señorita présteme su mano”.
¡¿ Señoriiiiiiiiiita?!, y ahí se me sale frente al que me está sellando el antebrazo:
“¡Oigan muchachos, pónganse de acuerdo, acompañante o señorita, pero las dos cosas al mismo tiempo se me hace que no se puede!”

Si hay respuesta no me entero, entre la música y la penumbra paso a suponer que me dirige una mueca de desdén para saca borrachos. Pero no estoy borracha, no lo he estado hace por lo menos un chingo y dos montones... , sin embargo entiendo que la broma no sea para esta generación; en mis tiempos ser acompañante era una cosa y ser señorita era otra; dicho sea de paso, yo, ni lo uno ni lo otro.

Dejo pasar la ironia de ser sin ser y me distraigo observando: El lugar es hermoso, de verdad, con todas sus letras; Atto tiene el changarro por lo alto: Su dueño tiene clase, siempre la tuvo aquel que fuera el bajista de una banda llamada Raxas que en su momento –digamos un par de décadas atrás-, tuve el gusto de representar con mi primer marido.

Ya en el camerino, veo al Beto y a su hermosa señora Paola, al singular integrante de Que Payasos! y a ella les tengo todo el respeto de oficio periodístico y todo el cariño de camaradas.

Los Botellos, El Mastuerzo, el Uuuuy y el Vegagil, como siempre, chidos; brothers tal cual, a los que da gusto ver, y mas si se van a subir a un escenario.

En la entrevista se les apela: “Son leyendas vivientes del Rock Mexicano” y yo pienso en que seria mas apropiado decir que son “leyendas sobrevivientes”. Porque del atascon del boom en español, mas fue el arrastron para las bandas mexicanas que el subidon.

Así, los Botellita de Jerez son eso, la banda leyenda; leyenda sobreviviente. . .

En concierto, suenan, duro y fuerte; las bromas, los cuadros, todo es recuerdo de algo ya vivido.

Hacen lo mismo. Si, pero después de todo, ¿quien chingaos les va a decir que no?, ¡si ellos lo inventaron!. Tienen la factura original y con los años hasta el código de barras: El Rock Mexicano mas divertido que jamás pudo existir y que afortunadamente continua.

En algún momento entre gritar “Saaaaaaaaaaaaca” y “Pin-che-ma-lin-che” a toda garganta
–porque el pulmón la verdad es que ya no despacha a ese grado-, recuerdo algo que me hace sentir cierta complacencia conmigo misma en mi estatus actual de “acompañante”:
una noche obscura, en el desaparecido Rocko de Insurgentes, yo enviada por la revista Conecte; Botellita de Jerez anunciando su retiro por un rato, la mía, la ultima entrevista de ese tiempo..., y yo, en aquel concierto, sin reparo, lamentándome hasta el chillido...

Hoy, esta noche, hasta el chillido tambien, pero en algo que se me esta haciendo costumbre, en catarsis, regresando a esos mismos personajes a los que ya les salieron canas, igual que a mi, pero a los que nadie podrá jamás decir que se les quiten las ganas...