Domingo 18 de Noviembre, 2012
Toda una semana
en la cual decir “me duele toda mi humanidad” deja de ser referencia coloquial
y descubriéndose tras el velo de los
ayeres, me sale de la boca: “Me duele todo el esqueleto”; y es tal cual,
verdad.
Cada noche de la última
semana, pensando que el tratar de hacer cosas resulta un ejercicio de voluntad
adolorida en lo físico…
Y cada noche, también
-al final del día latente el dolor del cuerpo-, me descubro pensando con ternura
en un par de brazos que me cobijan: “Joder!, Si ya no tuviera mas por vivir, podría
ser este el último amor; el mas preciado... Podría morir en este beso y jurar
amor eterno!”
Pero a cada noche
le ha sucedido -como eventualidad inaplazable-, un amanecer y cuando al despertar
descubro que ni fue el último momento de mi vida, ni se me quita el dolor , ni
me sirve la hermosa frase de morir entre esos brazos… porque no, no es el
ultimo día…
Entonces juro
amor eterno nuevamente cuando me acercan una taza de café con leche y pienso
que el amor eterno deberá durarme hasta llegada la noche, y como no me quiero
morir, mi licencia de libertino romanticismo me ayudara a despertar de nuevo en el laberinto de mis emociones!