lunes, 27 de diciembre de 2010

CIERRE DE CICLOS I

¡RECUPERAR A BARBARA!

Se supone que estos días, el cierre del calendario se convierte en un corte de caja general.
La práctica religiosa judeocristiano no es algo que se me dé; pero me gusta pensar en la cantidad de energía que se maneja en el mundo con un mismo objetivo: pensar en el fin de año y el año nuevo.

Claro que en otras culturas hay otras fechas; pero cada gesto ornamental que tenemos para convertirlo en ritual no tendría mayor importancia de no ser por el significado que le damos...

Y al caso, me uno a mi manera pues debo confesar que vivo en un eterno espiral de cierre de ciclos que por su naturaleza evidentemente no se cierran, pues son eso, la continuidad de una espiral, sin embargo me queda claro que hay algunos episodios que son mas importantes por revisar...

Entonces inicio este epitafio para el 2010
con el personaje mas importante de mi vida de fondo: Bárbara...

(TIEMPO FUERA)...
Sin embargo antes de iniciar aclaro, como ya lo hice en otra ocasión –y no por darme una importancia que en materia de blogs SE que no tengo; sino porque en su momento mis escritos provocaron singular arrebato,...; así que: ni para quien entonces uso mis letras como ataque para alguien mas, ni como declaratoria amorosa tardía...; no, no hay mensajes escurridizos o entre líneas en este. Lo que hay es un ajuste de honor: así hablar de Bárbara puede significar para algunos cuantos algo que interpretaran como muy intimo, y lo es.
Para otros, simplemente la historia de una entrañable compañera a la que recupero cada vez con mayor energía.
Y bueno, nada mas por no dejar, para quienes parezca no tener mayor significado, bueno, no lo tiene; así que se vale cerrar la pagina, pues yo sólo estoy en dejar esto en el ciberespeacio como un ejercicio de incoherente lógica...

CONOCI A BARBARA ...

Creo que cuando teníamos 15 o 16 años, pero no me permití convivir mucho con ella; la veía de vez en cuando aparecer y desaparecer, soltaba frases que parecían consejos, pero por su caracter no se le pueden tomar los comentarios sino como ironías o como pases de salvaguarda; y yo la verdad estaba demasiado ocupada en mi misma...

Empecé a valorarla realmente hasta poco antes de cumplir 18: me tocó verla en un performance que literalmente se vio obligada a hacer ya que una actriz con la que trabajaba no llegó.
Yo fisgoneaba, quería saber como montaban esos shows; cuando la vi caracterizándose, ella, en su propio universo no reparaba en mi –o no le interesaba o simplemente no le servia yo para nada-, el único instante en que supongo pensó que seria de utilidad fue cuando buscó a su equipo y nadie respondió.
Entonces me dio una orden: “Diles que pongan la apertura de Carmina Burana”,..., obedecí, me escurrí hasta la cabina y traté de dar a mi voz la misma seguridad de ella. Funcionó.

Un par de minutos después, la encontré en posición de entrar al escenario, y la escuché mientras decia al vació : “Bueno, pues. Un, dos, tres, ¡chingue a su madre!”

Después entendí que esa frase era siempre el prefacio para lanzarse a lo que fuera...
... Ese día el estruendo fue completo, las luces diseñadas para el “opening”, su silueta que parecía inmensa deslizándose por una escalera y ... el performance...

CASI 9 AÑOS

Durante un tiempo Bárbara y yo convivimos todos los días.
Siempre, he de decir, fue un personaje desconcertante: menos oscuro de lo que parecía, y mas extravagante de lo que ella misma suponía.

Tenia reglas férreas sobre la manera de actuar en la vida, aunque nada que ver con las ortodoxias, de esas ni hablar; no conservaba ninguna, excepto para tener el plcentero sustento de violentarlas...

Aprendí de ella a poner en practica un montón de cosas, desde lo publico hasta lo privado, y por lo que hemos hablado algunas veces, ella también tomo elementos de mi –la obsesión por la información, por ejemplo-.

Pero hay algo que las dos compartimos: la misma discapacidad emocional, cada una a su manera, ella en su emblemático “¡A chingar su madre!” y yo en mis azotes, mis depres, mis enamoramientos sin miramientos y mis tortuosas culpabilidades.

¿ Que nos dimos la una a la otra en esos 9 años continuos?
Quiero creer que nos dimos la oportunidad de asomarnos al otro lado del espejo... fuera lo que eso terminara significando...

PAUTA EXISTENCIAL

Cuando me embaracé Bárbara enfureció un poco.
En su visión no se trataba de la maternidad, en realidad -y eso lo supe hasta hace poco-, para ella era claro que la relación con el padre de mi hijo seria un desastre. Al fin se trataba de una idealización de mi parte, un estar “enamorada desde siempre”, y eso, solo existe en los cuentos de hadas, y si este fuera uno, Bárbara es la hermana hechicera, la mas centrada y también la menos romántica...

En esas fracturas que tenemos y que nos han hecho invalidas emocionalmente, que antes mencionaba, yo tenia la esperanza de recuperarme, ella tenia todas las dudas pues la tela donde cortaríamos no era la indicada para hacer aquel gran manto de seguridad y amor con el cual yo quería cobijarme...

Y la historia fue un desastre: Diga lo que diga el padre de mis hijos, la relación fracaso por ambas partes, pero por muchos que pudieran ser mis desvaríos, en realidad ninguno merecía el grado de crueldad y de saña con la que se ha comportado hasta la fecha...,...
¿estoy reclamando? , no, ni siquiera eso vale ya...
Salir de esa “relación” trastocada me tomó casi 8 años de mi vida...y reclamar no tiene caso...

Barbara y yo nos distanciamos, pero al final, cuando estaba yo, echa pedazos anímicamente -y honestamente segura que me ganaría la desolación-, regresó mi querida compañera: se plantó frente a mi y sin que mediara mayor argumento y preguntó: “ De verdad: ¿esto es lo que queda de ti? O ¿es que ya ni siquiera recuerdas quien eras?”

El padre de mis hijos se siente a gusto diciendo que él me dejó; por mi, bien.
Pasé años tratando de descifrar sus deseos y de crear en ello universos para vivir como “esposa y como madre”; cuando no resultó pedí ayuda, y su respuesta fue que era yo la que estaba mal, no él; rece y me encomendé, él solo se rió de mis supersticiones; pedí apoyo de terapia en pareja y solo conseguí que me acusara de infidelidad...

Por todo eso y mil hechos más, los fantasmas de mi matrimonio fallido no pueden acorralarme... Tengo muchos defectos, pero ninguno que merecieran tal castigo y tal nivel de lesiones psicológicas... ¿Qué paso después?...,... todas las amenazas posibles, todas...
Pero al final -y yo si creo que hay un final-, cuando me toque bajar la cortina, me parece que podré mirar esas cuentas y cerrar el archivo con todas sus facturas.
El saldo rojo no es mío, aunque duela, no lo es, así que, por mi, que masculle en arameo mantras, que continué hablando mal de mi con mis hijos y que se regodee en la venganza de quitarme a una o querer arrebatarme al otro; que juegue a demandarme con una llamada anónima para después ir a decir que “se nota la diferencia de calidad entre los dos”; y que lo disfrute con el animo de venganza que me prometió inflingirme perpetuamente; repito, duele, sí, pero hay dos seres que para mi son lo único que vale y si ellos salen bien librados, a mi, lo demás no me importa ya...

BARBARA REGRESO

Tal como un día dejó de aparecer, un día regresó; con su talante, con su temperamento, pero sobre todo, con ese acuerdo inalterable de complicidad creativa...,... y es justamente en este ultimo año cuando se integró nuevamente como una parte importante de mi vida.

Claro que ya no es aquella que se apostaba la cabellera a la menor provocación; su expresión silente ahora me dice mucho mas: creo que el tiempo nos ha dado ese margen para aceptar que se puede camuflajear el dolor, pero no hay forma de aislar las lesiones que quedan de manera permanente y que por mucha terapia, lo que es de uno es de uno y mejor aprender a vivir con ello.

Ahora le escribo con la honestidad que siempre nos ha mantenido, agradeciendo el intermitente soplo de ingenio, astucia y valor que me da, cuando, siendo sincera, yo hay veces en que solo quisiera cerrar los ojos, y esperar a que otro día llegue sin tener que enfrentar nada mas que mi profunda tristeza...